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Bienvenudo al Atelier du Piment

Del campo al plato, Ramuntxo y su familia le revelarán todos los secretos de una producción única en el mundo: la producción del pimiento de Espelette.

L’Atelier du Piment

Bienvenido a l’Atelier du Piment, un lugar de trabajo y de vida creado en el año 2000 y en donde se pueden hacer descubrimientos auténticos y sabrosos. Del campo al plato, Ramuntxo y su familia le revelarán todos los secretos de una producción única en el mundo: la producción del pimiento de Espelette. Origen y tradición, buen hacer y calidad, son las palabras clave de este cultivo.

Ramuntxo

“Cuando me vienen los epicúreos, me presento diciendo que soy el hombre más feliz del mundo porque tengo el oficio más bello del mundo: el de agricultor; tengo la suerte de producir la mejor especia del mundo y la guinda del pastel es que lo desempeño en país más bello del mundo: ¡el País Vasco!”

Así se expresa Ramuntxo que nació en el País Vasco en 1976. Con un título de técnico en acuicultura, Ramuntxo dejó atrás a su país para recorrer los puertos de medio mundo, a la búsqueda de peces extraordinarios…finalmente fue su tierra natal y su emblema lo que le trajeron de vuelta a casa, a Euskal Herria: en el 2000, se estableció en Espelette para convertirse en productor-transformador de pimientos de Espelette.

EL PIMIENTO DE ESPELETTE

No más fuerte que la pimienta, pero diez veces más aromático, el pimiento de Espelette ensalza la mayoría de los platos y alía su perfume refinado con abundantes productos. Se declina casi al infinito para el gozo del paladar: en polvo, jalea, salsas y mostaza de pimiento, jamón, rillettes, salchichón y foie gras de pato con pimiento, crema de cereza negra, mermeladas y chocolates con pimiento, etc. Para agradecerle tanta generosidad, el pimiento se festeja y se honra generosamente en el último fin de semana de octubre.

Más información sobre el pimiento de Espelette

Espelette

El pueblo de Espelette – Ezpeleta en euskara – está situado en la provincia vasca de Lapurdi, al pie de las montañas y a 20 minutos de la costa atlántica. Su paisaje idílico, sus fiestas y su autenticidad lo hacen irresistible. Nada más adentrarse en sus calles de casas blancas y entramados rojos, sus fachadas adornadas de cuerdas de pimientos que brillan al sol y en el horizonte la silueta del monte Mondarrain le cautivarán.

 

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